miércoles, 19 de septiembre de 2007

LA ECONOMÍA EN LA CONSTITUCIÓN

En la constitución de 1991 se redefinieron las funciones del estado, tanto en la economía como en la comunidad. Así, se derrumbaron las concepciones que establecían el predominio del estado sobre la sociedad civil.

En el articulo 334 de la constitución de 1991 se precisa: “la dirección de la economía estará a cargo del Estado”. De esta manera, no se deja al arbitrio total las fuerzas del mercado, es decir, de la ley de la oferta y la demanda.

LOS CAMBIOS DESDE 1991

El carácter pluripartidista de la asamblea nacional constituyente dio origen a una economía de carácter mixto, en la que prime la complementación, y no el antagonismo, entre el sector publico y privado, como alternativa para alcanzar un desarrollo económico sostenido a largo plazo. Esta buena intención de la constituyente fue superada por la realidad, pues Colombia tiene ahora una economía orientada básicamente hacia el mercado.

La alta participación que el mercado tiene en el manejo de la economía fue facilitada por las reformas estructurales que se llevaron a cabo durante la administración de Cesar Gaviria. Fue así como entre 1990 y 1994. se impulso y consolido el proceso de apertura comercial con el exterior. Para el efecto, se eliminaron los excesivos controles administrativos, que afectaban las importaciones y exportaciones. Simultáneamente, se simplificaron y redujeron las tarifas aduaneras lo que abarató la traída de materias prima, equipos, vehículos, todo tipo de alimentos y mercancías.

Vuelco laboral

A través de la Ley 100 se reformo el sistema de seguridad social, los trabajadores quedaron en libertad para escoger el sistema y el tipo de institución que mas les conviniera para la administración de sus cesantías y su pensión.

Con este propósito se crearon los fondos de pensiones y cesantías, que además de administrar con mayor transparencia y rentabilidad los dineros correspondientes a las prestaciones sociales de los trabajadores, se convirtieron de alguna manera en inversionistas institucionales, los cuales ayudan la reactivación del mercado de capitales del país.

Una banca más sólida

Al amparo de la nueva constitución de 1991 el sector financiero y de seguros fue sometido a un proceso de modernización y mejoramiento de su solvencia patrimonial. Con ese propósito, se incrementó la competencia entre las distintas entidades, al permitir la Superintendencia Bancaria una mayor libertad para la creación de servicios y productos financieros y de seguros.

Desde mediados de la década de los 90, se inicio una intensa ola de fusiones y alianzas entre bancos y demás establecimientos de crédito. Los que no pudieron consolidarse o especializarse en una parte del mercado se vieron obligados a salir de esta actividad.

Libertad al dólar

Otro cambio importante se produjo con la reforma cambiaria, mediante la cual se puso fin al manejo exclusivo que tenia el Banco de la República de la moneda extranjera y de la compra y venta de esta. Con la liberación del mercado cambiario, se permitió a los bancos, corporaciones financieras, corporaciones de ahorro y vivienda y casas de cambio autorizadas la compra y venta de monedas extranjeras, que llegan al país por operaciones de comercio exterior, prestación de servicios o turismo.

Hasta 1991 existía un precio único para el dólar, el cual era fijado diariamente por el Banco de la República. Este manejo de la política cambiaria resultaba obsoleto en plena apertura económica cuando se requería de un instrumento ágil y eficiente, que permitiera vender las divisas a un precio real de mercado y no artificial.

Para consolidar estas transformaciones se llevo a cabo también una reforma tributaria, mediante la cual se simplificaron los tramites para los contribuyentes a través de la creación de la dirección de impuestos y aduanas nacionales (DIAN).

Colombia estrena banca central

En 1991, con la nueva constitución, se transformo el Banco de la República en una entidad del Estado a cuya junta directiva le corresponde, en forma exclusiva y permanente, emitir la moneda legal, custodiar y administrar las reservas internacionales y regular, conforme a la ley, las políticas monetaria, cambiaria y crediticia.

Fin a la emisión inflacionaria

La junta del Banco de la república tiene el mandato constitucional de defender el poder adquisitivo de la moneda, para lograr este objetivo, sus miembros fijan cada año una meta de inflación, la cual debe ser, por ley, inferior a la del año anterior.

Hasta 1991, el Banco emitía dinero para otorgar prestamos de emergencia a los sectores de la economía que enfrentaban dificultades, hecho que provocaba desbordamiento monetario y disparo de la inflación. A partir de este año al Banco le quedo prohibido otorgar dichos créditos y en la actualidad solo puede suministrar créditos a los bancos y demás establecimientos financieros cuando necesitan dinero para atender sus necesidades transitorias de liquides.

Control al ahorro

A partir de 1991 se elimino la facultad al jefe de estado de intervenir en el manejo del ahorro publico, es ahora el congreso de la República quien, a través de una ley marco, establece las normas generales por medio de as cuales el Presidente de la República puede regular todas las actividades relacionadas con el sector financiero, asegurador y las bolsas de valores.

Obligaciones de la propiedad

La reforma constitucional de 1991 impone la expropiación de bienes de los particulares por la vía administrativa, es decir, sin proceso judicial; esta figura causa preocupación, especialmente entre los inversionistas extranjeros, quienes temen que en cualquier momento sus propiedades en el país puedan ser expropiadas.

El propósito de esta trascendental decisión es resolver problemas prácticos, que han entorpecido los procesos de reforma agraria y urbana, y el desarrollo de obras publicas de interés para la comunidad. De todos modos la decisión administrativa de expropiación esta sujeta a control judicial y el expropiado puede pedir vigilancia.

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ALGO DE TODOS LOS DÍAS (CLIENTELISMO)

En las últimas décadas, Colombia ha estado inmersa en el conflicto armado como consecuencia de una crisis social y política, que de igual forma han generado dificultades económicas y -como se aprecia- todas éstas se viven en la actualidad.

De modo que, gracias a la inadecuada administración del estado, como consecuencia de la corrupción política o, por mejor decirlo a la captura del estado por minorías poderosas, que ocasionan la exclusión de tres cuartas partes de la población de los beneficios del desarrollo; en nuestro país las personas más pobres no tienen como derecho fundamental la protección social sino que se les es dado como condición a cambio de una serie de favores, que en este caso, son de tipo político específicamente electoral; que prácticamente se puede denominar como clientelismo político.

Muchos personas dicen que este país está absurdamente dividido en dos, mostrándonos un porcentaje exageradamente mínimo de personas que disfrutan de innumerables comodidades económicas lo que marca su estatus en la sociedad, y que igualmente significa su relación y posición política, enmarcada en él un poder que es controlado por ellos a su antojo; y otro que es representado por la gran parte de la población que viven en condiciones deplorables debido a su enorme déficit económico, pero ¿dónde quedan la numerosa clase media o trabajadora que da el sustento del supuesto desarrollo del país?, pues se podría decir entonces que está dividido en tres, sin embargo las practicas clientelares en Colombia -que no son nada nuevo en nuestro país- directamente incluye a esta clase media en la clase baja, vista desde la parte política mas no económica, debido a que no gozan de ningún privilegio o relación política.

Ahora bien, el clientelismo político planteado como un arreglo social, se representa por las redes clientelares que se benefician por adquirir y percibir bienes y servicios a cambio de lealtades políticas, respaldo político, apoyo político y votos.

El clientelismo va de la mano con la corrupción, debido a que los recursos económicos con los que son pagados los numerosos favores a los clientes, son sacados del mismo presupuesto estatal que domina el patrón una vez que llega al poder; es claro que las practicas clientelares se dan principalmente en países subdesarrollados debido a la existencia de débiles y poderosos, que muestra una incomparable diferencia en cuanto a su posición social, política y económica; donde prima principalmente las necesidades subjetivas de los débiles para su subsistencia, que la del desarrollo de un país libre de corrupción y desigualdad social. El clientelismo se puede denominar como algo que afecta el funcionamiento del sistema político, en cambio la corrupción es una enfermedad que intenta destruirlo.

La corrupción que se vive en la realidad colombiana no es un problema de buenos y malos, de unas minorías de malos, la corrupción es un instrumento de dominación social. Los mecanismos usados por una minoría social poderosa se ven reflejados en la captura del poder a causa de prácticas clientelares, las cuales siguen un método usado para comprar votos, donde en una primera instancia, los patrones o candidatos políticos residen dineros camuflados que serán destinados a la financiación de campañas electorales, de entre las cuales se destaca la compra de votos.

El clientelismo colombiano ha tomado otro rumbo, y es mucho más peligroso, en el cual ya no se busca nada más la compra de votos a ciudadanos sino que va de la mano con el narcotráfico, mafias y grupos ilícitos que se han agrupado consiguiendo así el poder sobre la sociedad.

Además, este clientelismo colombiano, en los últimos años no sólo tiene que ver con política sino también con guerra, concluyendo que este, la guerra y la corrupción se han ido mezclando creando una mafia política, que paralelamente ha creado un poder mafioso. Esto representa una privatización de la política claramente contraria a los principios y a las reglas de la democracia.

Asimismo ese poder mafioso está generando la destrucción de la idea de nación, y ¿por qué se genera esto? Porque se originan distintos bandos de poder mafioso, que buscan la dominación de la sociedad con el único fin de saciar su incontenible sed de dinero, esto se debe principalmente al deterioro de la presencia del estado y de un mercado desarrollado en nuestra sociedad, lo que ha llevado a que se den diversos pactos entre familias poderosas. De esto concluimos que mientras la mafia ofrezca trabajo, distribuya dineros y proporcione carreras será imbatible, a menos que el estado sea más eficaz en esos ámbitos y no tolere ser reemplazado.

En mi opinión y seguramente que al igual de la de muchos colombianos, el contexto histórico donde se perdió este país, o por mejor decirlo en donde nos “jodimos”, empezó a principios de la segunda mitad del siglo XX, donde el narcotráfico empezó a intensificarse y a tener un mayor auge; de igual forma al nacimiento de los grupos al margen de la ley o mejor conocidos como las guerrillas que en su origen fueron puramente liberales y que con el tiempo se desnaturalizarían; y adicionalmente debemos sumarle la aparición de los grupos paramilitares, una creación de la oligarquía y el gobierno que controlan el país.

El conflicto colombiano y el narcotráfico se retroalimentan, llevan varias décadas sembrando ruina, miseria, dolor y muerte en Colombia. Es claro que el tráfico de estupefacientes se puede clasificar como el mayor generador de violencia en nuestro país y es el que aumenta el conflicto y lo mantiene.

Existen numerosos factores que permiten la subsistencia de este fenómeno, muchos de ellos debido al ambición insaciable por parte de la clase poderosa y más influyente del país, también se presenta por las grandes necesidades económicas que tienen las personas de escasos recursos, las cuales se dejan “comprar” por cualquier ayuda; y la más importante es la falta de regulación y administración de los recursos y fondos estatales por entidades e instituciones no gubernamentales que dejan pasar por alto este tipo de actividades y permiten que los líderes del país utilicen el presupuesto del estado para pagar favores.

Mucha de las causas de que las practicas clientelares permanezcan y sean cada vez más fuertes en el país se debe principalmente a la ignorancia de la gran mayoría de los colombianos que se puede denominar como de un analfabetismo político. También las desregulación del estado en asuntos económicos y financieros a causa del neoliberalismo a permitido la consolidación de la estructuras de las mafias capitalistas que explican las nuevas configuraciones del régimen político actual. A todo esto se suma los esfuerzos insuficientes del Estado colombiano por proteger a sus ciudadanos para garantizar el respeto a sus vidas y a sus bienes debido a la mala gestión del gobierno existente.

Con este trabajo se pretendía incursionar en el tema del clientelismo y todo lo que éste abarca en la realidad colombiana, el cual es un fenómeno tan extenso como poco tratado y estudiado. Anteriormente se mostro la definición de este concepto y la relación que tiene con la crisis política, social y económica por la que atraviesa este país desde hace ya varias décadas lo que nos lleva a preguntarnos ¿de qué manera o cómo podemos los colombianos superar las practicas clientelares en nuestro país?, inmediatamente pasan por mi cabeza múltiples soluciones que se plantearan a continuación y nos mostraran de que manera esto beneficiaría a Colombia.

Una posible solución es la de la construcción de un nuevo poder democrático que este excluido de corrupción, de igual forma se pide la destrucción de los poderes mafiosos que controlan al país a su antojo, a través de una sólida social colombiana capaz de ser una política radical frente al poder político actual.

Sólo profundos cambios estructurales en las bases económicas, sociales, políticas y personales de la sociedad podrían reducir de forma significativa la temible influencia condicionante y bilateral entre mafias, corruptos y clientelistas. También se hace necesario fortalecer la sociedad y recuperar la noción de lo público, lo que implica la reforma institucional y la democratización de la sociedad política y de la administración pública.

Además, analizando las prácticas clientelares, podríamos pensar en combatirlas solucionando sus principales causas entre ellas, y principalmente, la pobreza; pero ¿Qué supone acabar la pobreza? Pues supone claramente una modificación en la estructura administrativa del estado para que así este pueda cumplir su verdadera función, concebida en el artículo primero de la constitución política colombiana de 1991, y para esto se debe implantar un gran control anticorrupción interno con los mismos empleados públicos, para esto se debe reconstruir la administración desde la misma administración.

Si se crea una cultura política donde prime la defensa de las libertades civiles, los derechos humanos, los derechos fundamentales y una nación más justa económica y socialmente del país; se podría llegar a pensar en un nación verdaderamente demócrata, por eso debemos profundizar la democratización del país.

Otra solución -para mí una de las más importantes- es acabar con la ignorancia, con el analfabetismo político; tratando de educar a los clientes, quienes casi siempre se dejan comprar por el mejor postor; para esto se les debe enseñar que todas esas ayudas que se les son entregadas a cambio de favores son privilegios que poseen por el simple hecho de llevar sangre colombiana. Igualmente no podemos desligar la falta de educación con la pobreza pues a pesar de que los clientes –generalmente gente pobre- tengan conciencia de lo que es suyo por derecho, puedan acceder a los intercambios clientelares debido a necesidades económicas.

Lo que sucede es que el clientelismo muestra una gran flexibilidad y tiene una capacidad de adaptación enorme lo que genera que no sólo una o varias soluciones puedan ser suficientes para poner en riesgo la supervivencia de las practicas clientelares en nuestro país, suponiéndose que si todas son ejecutadas unificadamente podríamos conseguir la muerte de esta enfermedad que hace parte del cáncer que vive y está acabando con Colombia.

Los colombianos soñamos con un país más justo, algo que a nuestro parecer es una consideración utópica, sin embargo para poder conseguirlo debemos actuar de inmediato mirando y pensando que nosotros somos la llave para un futuro promisorio pese a los innumerables confrontaciones y oposiciones, y dejando el miedo que a todos nos agobia y nos vuelve impotentes ante en deseo de comenzar.

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